viernes, 10 de octubre de 2008

Ángel Bosio declara que Talleres es el amor de sus amores



Esta es la primera parte de la entrevista que el periodista "Tiro Libre", le realizara a Ángel Bosio , para la Revista La Cancha, y que fuera publicada el 12 de Diciembre de 1931.



Confieso que he sido siempre un sincero admirador de Ángel Bosio, el joven guardavalla de Talleres.

Fui de los primeros en hacerle una nota cuando tenía a mi cargo la dirección periodística de un diario de la mañana. El que hoy está considerado como el mejor arquero con el que contamos, actuaba en Talleres, y comenzaba a perfilarse como un elemento de seguro porvenir. Bosio recibió mis palabras de estímulo con viva simpatía, y al día siguiente de aparecer la nota llegó a agradecerme a la mesa de trabajo satisfacción que pocas veces se recoge en esta ingrata tarea.

He seguido su actuación en los campos de juego y las derivaciones de mi labor hizo que nos encontráramos fuera de la patria en infinidad de ocasiones. Y mentiría si dijera que en alguna oportunidad su desempeño no me dejó satisfecho.

La zambullida

Como todos, Bosio tiene el punto de partida de su prestigio. Fué en Montevideo, en el macht por la copa Newton, de donde arrancó su fama con una intervención arrojada ante un shot de Petrone.
Ganábamos por dos goals a uno y habiéndose cumplido el tiempo reglamentario de juego, el linesman levantó la banderilla en instantes que se producía una jugada en el sector nuestro, Lombardi –que era el encargado de controlar las acciones- hizo sonar el silbato y cuando los jugadores argentinos aprestaban a retirarse alborozados, enfiló hacia el lado de Bosio y contó los doce pasos encargando la ejecución del penalti que reportó el empate a los uruguayos.
Fue en ese cotejo en el cual Bosio cumplió una de sus mejores performances, multiplicándose para interceptar shots de los ágiles rivales. Allí nació la famosa “zambullida”, ampliamente popularizada por revistas y diarios ya que en pocas oportunidades una foto ha sido marcada en momento más oportuno. Se ve al arquero por el aire en busca de la pelota que alcanzó a apoderarse junto al poste. Desde entonces todos los aficionados hablaron de esta jugada, se concurrió a los partidos con la esperanza de asistir a una repetición, y tomó cuerpo la idea de que teníamos en casa al hombre que había de ocupar con honor el pedazo de terreno que cuidaron Laforia, Rithner, Wilson, Isola y Tesoriere.

Vino a saludarnos hace días al saber que me encontraba en “La Cancha”, y juntos recordamos su desempeño en varios machtes y en forma especial, la famosa “zambullida”. No ha cambiado un ápice y es siempre el muchacho modesto, corto de palabra y sincero hasta los talones. Me confió, con signo de resentimiento, la volubilidad de los aficionados, prontos a darle como en una vertiginosa carrera descendente, sin haberlo visto siquiera actuar, guiándose por lo que dicen los tantos que en football viven haciendo correr versiones antojadizas. Y hasta en reportajes imaginarios se le ha hecho decir cosas que ni las pensó.

La ocasión

Venía pintada en la persona de Bosio. Pero con abundante cabellera.
Pensé al punto que una nota al gran arquero había de interesar, y sabiendo que entre los lectores abundan los que simpatizan con él, dispuso someterlo a las respuestas, tarea en la que conté con su impagable buena voluntad.

Vivía en Banfield y jugaba en Talleres.

Mi iniciación- nos dice- tuvo por escenario el campo de juego del club donde milito en la actualidad. Jugaba en la quinta división, y para asistir a los machtes debía abandonar Banfield, donde vivía. Los muchachos del barrio se mostraban poco afectos conmigo porque no actuaba en el eleven local.

-¡Atajaba pelotas en ese tiempo!-
Era demasiado pequeño para tener esas preocupaciones. Desempeñaba la plaza de puntero derecho y andaba corriendo tras el globo, interesándome sólo el hacer centros. Y dicen que tenía un buen porvenir actuando cerca de la línea de toque.

¿Por qué dejó el puesto?
La casualidad jugó un papel decisivo. El arquero se nos enfermó en un macht de desempate de zona y me obligaron a cargar con el puesto. Gusté y quedé efectivo hasta nuestros días.

En Progresista y Argentinos del Sud

-¿Cuándo fue a Progresista?
-En 1923.Ingresé en la cuarta, pasando luego a la segunda, donde intervine en dos machtes, ascendiendo a primera. Defendí por el espacio de un año y medio, el prestigio de este club, donde cuento con buenos amigos. Fuí mas tarde a Argentino del Sud, y recuerdo siempre que con Fortunato, el ex centrohalf internacional de Boca, tuvimos que recoger más goles que en una cosecha de papas.

De nuevo en Talleres

-En la temporada del año 1927, fue solicitado mi concurso por el club Talleres, y de mil amores acepté volver. No quiero seguir adelante sin antes reconocer las atenciones que han tenido para mi modesta persona sus dirigentes y asociados en los que hallé siempre verdaderos camaradas. Saben que amo al club y si en algunas ocasiones mi labor no satisfizo se halló bien pronto atenuantes locales que fueron para mí el mejor premio. Por eso cito a ellos que con todo el cariño de quien tiene una deuda que cumplir.

-¿Piensa seguir en Talleres?-
-Hasta que me echen. Hay allí amigos de verdad a los que no se puede abandonar en ningún momento. Hace cuatro años que actúo en el primer cuadro y este año he tenido el honor de ser designado capitán.

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